Distinguir un pescado fresco de otro que no lo está es más fácil de lo que crees, fíjate en estas cinco claves.
LOS OJOS
Es lo primero en lo que nos tenemos que fijar. El pescado fresco tiene los ojos saltones, esféricos y cristalinos, con la pupila negra y brillante. Desconfía de los pescados con ojos hundidos, la pupila gris o la córnea lechosa, evidencian que ese pescado ya no es fresco.
LA PIEL
El pescado fresco tiene la piel limpia, resbaladiza y brillante, con las escamas duras y brillantes. Además, la carne debe ser firme y elástica, y debe separarse con dificultad de la piel.
LAS AGALLAS
Las agallas se encuentran en la parte de atrás de la cabeza y es por dónde respira y filtra el agua el pescado. El color de las agallas debe ser rojizo o rosa intenso, brillantes y sin mucosidades, resbaladizas al tacto. Si son de color gris o amarillentas, mala señal.
EL OLOR
El pescado fresco tiene que oler a mar y a algas. Si no te huele bien, no te lo lleves a casa, no es fresco.
CAVIDAD ABDOMINAL
Es la primera zona en sufrir la falta de frescura. No debe estar hinchada, ni blanda. Debe estar limpia, ser difícil de separar y no desprender ningún olor. Si la pieza ha sido eviscerada, es posible que la cavidad se muestre hundida y flácida.
Si tienes en cuenta estos cinco aspectos, seguro que nunca te darán gato por liebre.
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